Describir a la sociedad
colombiana es hacer un relato sobre algo que evoluciona constantemente y cuya
dinámica no se detiene. Igualmente, es relatar sobre algo cuya formación ha
sido por lo menos inconclusa.
Para comenzar, la
población colombiana no es homogénea. Desde sus orígenes de conformación, los
colombianos en general son una mezcla de tres razas principalmente: indígenas
nativos de la región, negros esclavos provenientes de África y europeos
(españoles conquistadores). Todos ellos proporcionan a la sociedad colombiana
un legado de costumbres y creencias que hacen verdaderamente particular a dicha
población. Si bien hay sectores poblacionales en los que se conserva o en los
que predomina una de los anteriores grupos, la mixtura de estas razas ha creado
en el hombre colombiano un fenotipo con características de cada grupo. Todavía
se apela a refranes populares como “la malicia indígena”, la capacidad de
“trabajar como negros” o “trabajar como esclavos” para “ganar como blancos”,
para referirse a características del habitante colombiano promedio.
Así entonces, en
Colombia no existe una ideología hegemónica, si bien el bipartidismo ha
brindado cierta homogeneización y fidelización hacia uno u otro partido
tradicional. Quizás en el Partido Conservador se vislumbre un poco más de
formación ideológica, no por su propio medio sino a través de una de las
instituciones que mayor presencia tiene en todo el territorio nacional: la
Iglesia Católica. Mediante esta institución, tradicionalmente se ha inculcado
al colombiano cierta forma de pensar y de actuar acorde con los valores y
tradiciones católicas. El Partido Conservador comparte afinidades ideológicas y
de intereses políticos con la Iglesia Católica, de allí que el primero
aproveche la labor doctrinante del segundo para cumplir con los cometidos del
Partido.
No es un secreto
tampoco que la República de Colombia se conformó a partir de incontables
guerras y conflictos. La persona que haya estudiado historia de Colombia o
quizás haya leído el libro Cartas de
Batalla del autor Hernando Valencia Villa, podrá dar testimonio sobre lo
anterior. La “independencia” de Colombia sobre la monarquía española se produjo
a partir de una serie de batallas libradas en el territorio colombiano para
expulsar a los gobernantes existentes y al ejército español que les acompañaba
en su labor de gobierno y control. Una vez lograda la independencia, se
configuraron una serie de conflictos internos sobre sectores federalistas-centralistas,
cuya victoria daba como resultado una nueva constitución, es decir, un nuevo
orden de cosas para el gobierno y la administración del país. Así, normalmente
la inconformidad con uno de los diferentes órdenes (constituciones) traía como
consecuencia una guerra más. Y entre guerra y guerra se pasó el primer siglo de
existencia como Estado independiente.
El simple hecho de
preceder de una conformación abrupta y antidemocrática hace que el colombiano
tenga per se una mentalidad
conflictiva e intolerante, tradicionalmente la solución primera que se
consideraría ante una dificultad no sería el diálogo y la concertación sino la
negación del otro, la resolución por la vía del conflicto y la confrontación,
dado que históricamente así se han resuelto la mayoría de las luchas sociales
que se han conformado en el país.
En Colombia hay una
distinción clara entre las diferentes clases sociales existentes. Sin embargo,
al parecer existe una tendencia a pertenecer a una de ellas (clase política)
para disfrutar de los beneficios y de las ventajas comparativas otorgadas por
otra clase distinguible (élites económicas-empresariales). Tampoco se presenta
mayor variación entre los representantes de la clase política en Colombia. Familias
que se han sucedido en el poder, desde la Presidencia de la República hasta el
concejal de municipio, son numerosos los ejemplos. Juan Manuel Santos, quien
ejerce la Presidencia en el período 2012-2016, sobrino-nieto de Enrique Santos
Montejo, quien ocupó el mismo cargo entre los años 1938-1942. Misael Pastrana
Borrero, ocupando el mismo cargo entre 1970-1974, padre del también
expresidente Andrés Pastrana Arango, quien lo ocupó entre 1998-2002. Los
tristemente célebres hermanos Samuel e Iván Moreno Rojas, nietos del general
Gustavo Rojas Pinilla quien ejerció el mandato dictatorial como Presidente
entre 1953-1957. Los ejemplos son muchos pero baste con inferir que Colombia ha
sido gobernada por una dinastía casi familiar durante los poco más de 200 años
de existencia como República.
¿Quién puede esperar
así que las cosas cambien? El cambio social en Colombia se mueve a ritmo
paquidérmico. Sobre el cambio social, se esperaría que tenga que ver con la
capacidad de la población colombiana de variar estructuras de diversa
importancia para acomodarse a diferentes momentos históricos de su existencia.
Sin embargo, el ritmo lento de cambio social de la mayoría poblacional permite
que sean las élites gobernantes quienes se adapten a las formas sociales que va
presentando la población colombiana, entonces cuando la sociedad pretende un
cambio estructural, ya las élites han buscado la forma de manipular y
aprovechar esta situación para ubicarse en una igual o mejor posición a la que
ostentaba anteriormente.
Considerando la
clasificación mediante el estrato social, Colombia se encuentra plenamente
dividida y diferenciada claramente en este aspecto. El grueso de la población
colombiana puede calificarse como de baja extracción social o de baja estratificación,
mientras que un grupo, muy reducido por cierto, ocupa y posee las mejores
condiciones materiales de existencia. Puede ser entendible que todas las
personas no accedan a la misma cantidad de recursos, porque generalmente no son
infinitos y porque tradicionalmente siempre ha sido una pequeña élite quien ha
dominado en este aspecto. Pero las condiciones actuales de la sociedad
colombiana demuestran que cada vez la brecha entre ricos y pobres, entre los
diferentes estratos alto y bajo, es mayor en proporción poblacional y de
riqueza. Coloquialmente, los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez
son más, y más pobres.
El modo de producción
en Colombia es abierta y manifiestamente capitalista. A partir de los años 90,
durante el mandato del entonces Presidente César Gaviria Trujillo, se
implementó en Colombia una apertura
económica al libre mercado y a las demás disposiciones implementadas por la
estrategia neoliberal liderada por los Estados Unidos. Baste recordar entonces
que el neoliberalismo es la más totalitaria de las formas que ha adoptado el
capitalismo hasta nuestros días, en donde las leyes del mercado priman sobre la
regulación de los Estados, obligando entonces a estos últimos a ejecutar otros
papeles diferentes de los que tradicionalmente se ocupaban.
Por identidad, fuerza y
resistencia, aún existen núcleos poblacionales que se resisten a adoptar la
estructura social que se pretende por parte de quienes gobiernan y controlan el
país. También se encuentran los casos de poblaciones que aprovechan aquello de
la estructura que les sirve y les interesa, sin dejar de lado la identidad que
les caracteriza y les pertenece. Todo lo anterior sirve para concluir que la
conformación de la estructura social colombiana es un proceso aún sin terminar,
desigual e inequitativo desde sus inicios y que dejando de lado contadas
excepciones, no se vislumbra un cambio de la estructura por la fuerte
dominación que ejercen los sectores dominantes de la población colombiana.